PARTE I
LOS INICIOS: VALPARAÍSO Y EL CAMPO CHILENO.
 
"Mi hijo, un artista... ¡ni hablar!"
Tomás Bravo, padre de Claudio Bravo, sobre las intenciones de su hijo.
C uando Claudio Bravo tenía aproximadamente nueve años, fue con su madre y una de sus hermanas a una vieja mansión colonial en Viña del Mar, Chile.
La casa había sido convertida en un museo, uno de los pocos museos de arte en Chile en aquella época. La mayoría de las obras expuestas estaban hechas por pintores contemporáneos locales, y había también una colección pequeña de vaciados de yeso de esculturas antiguas. Mientras su madre les hablaba sobre las pinturas, sus atenciones fueron capturadas por otra cosa. Entrando en una habitación con reproducciones a tamaño natural de estatuas griegas, vieron a un desnudo Hermes y Venus. No dijeron nada, mirando con asombro fijamente las estatuas. Su madre, sin embargo, los llevó fuera de la habitación exclamando que tales cosas no eran para los ojos de niños. Ni Claudio ni su hermana han olvidado esto. Era su primera introducción al arte en los museos. Su segunda visita fue hecha varios años después. En ese entonces, sin embargo, se aseguró de ir a solas.

Tal aparentemente menor incidente es, irónicamente, lo suficientemente importante en la comprensión del arte de Claudio Bravo cuando éste toca dos aspectos de continua importancia en su trabajo: el clasicismo y el erotismo.
UNA FAMILIA DE TERRATENIENTES EN EL CAMPO CHILENO
Claudio Nelson Bravo Camus nació en Valparaíso, Chile, un 8 de noviembre de 1936. Es el hijo mayor en una familia con siete niños (tiene una hermana mayor). Con respecto a la responsabilidad de ser el hijo mayor, Bravo dice: "Yo siempre pensaba que tenía una gran responsabilidad al ser el mayor hijo varón. Quería sacar ventaja de eso y llegar a ser pintor. Me negué a tener que ver con los asuntos de negocios de mi familia."

El padre de Bravo, Tomás, era un terrateniente adinerado que tenía tres fundos (poseía uno y arrendaba dos) en la ciudad de Melipilla, cerca de Santiago. Claudio estaba destinado a seguir el sendero de la fortuna de su familia, cuidando de la tierra y del ganado en ella. Como un adolescente su padre le obligaba a que trabajara en los ranchos y en las ferias de ganado para adquirir la experiencia correcta para esta labor. Sin embargo, él estaba completamente desinteresado en esta actividad y nunca la consideró ni siquiera seriamente. Lo que a Bravo parecía molestarle mayormente era las muchas vacas en el fundo de la familia. Recuerda que un día, cuando tenía aproximadamente 14 años, el padre se lo llevó a un largo paseo a caballo para ver la propiedad que poseía. "Era como la tentación de Cristo", dice. "Nos fuimos cabalgando hacia las montañas. Mi padre me mostró las tres fincas, una al lado de la otra, y dijo "Tú eres mi hijo mayor. Toda esta tierra y su ganado serán tuyos pronto.' Yo estaba horrorizado. ¿Qué haría con tantas vacas? Adquirí una repugnancia por las vacas en ese momento y nunca las he pintado desde entonces. Cada vez que veo una vaca pintada por Rubens o por alguno de los maestros holandeses me digo "¡Qué animal tan feo!'."

EDUCACIÓN EN EL COLEGIO SAN IGNACIO
Su formación académica tuvo lugar en el Colegio San Ignacio, de la congregación de los Jesuitas, desde 1945 hasta 1954. Aunque más tarde rechazó los dogmas de su enseñanza católica, continúa su interés en los aspectos misteriosos de la vida religiosa y la ceremonia tanto como su fascinación por las vidas de los santos, gracias a las enseñanzas que recibió de los Jesuitas.

El padre de Bravo era reacio a la idea de la carrera artística de su hijo. "Mi padre tenía muy poco interés en el arte. Siempre me decía 'Termina tus estudios y luego puedes dedicarte a la pintura.' Pensaba, por supuesto, que a esa altura yo había totalmente dejado de lado el arte. Incluso un día quemó todos mis materiales de pintura. Me volví obsesionado por la pintura y no hacía nada más, y no había realizado una tarea que me pidió, así que quemó todas mis pinturas y pinceles." Sobre sus recuerdos más tempranos, Bravo señala "Empecé a dibujar mucho antes de que tomara cualquier clase formal. La cama pequeña en la que dormía hasta que tuve aproximadamente diez años todavía está en nuestra casa en Chile. Había sido pintada en rojo brillante y luego tenía una capa de pintura beige. Con un clavo dibujaba escenas de vaqueros e indios, las cuales eran muy realistas."

Portada de la revista escolar del Colegio San Ignacio, dibujada por Claudio Bravo.
ALUMNO DE MIGUEL VENEGAS
"En la escuela estaba obsesionado por el dibujo. El prefecto de mi escuela primaria, (Padre Dusuel), que era una persona estricta y muy agresiva, descubrió mis cuadernos llenos de dibujos y le gustaron. Era una persona que me agradaba y estaba siempre a su lado. Se hizo mi confesor (era un Jesuita). Un día me dijo: ‘Aunque su padre no quiera que usted pinte, voy a llevarlo al estudio de Miguel Venegas para que pueda verlo’. Venegas era el único profesor de arte en Santiago, y cuando empecé a ir a su taller, fue como si hubiera descubierto el mundo por primera vez. Todo me parecía hermoso y fabuloso.", recuerda Bravo sobre sus primeras clases de pintura, en 1945.
Claudio Bravo junto a sus compañeros de clase. (Imagen: cortesía archivo Colegio San Ignacio)
Venegas, un "Romántico conservador" como Bravo lo describe, era un buen profesor que también había enseñado a Sebastián Matta y a otros pintores menos conocidos de Santiago. La base de la técnica de enseñanza de Venegas era la copia. En su estudio había numerosas reproducciones de obras maestras de la pintura clásica y de dibujos, como también de figuras de yeso. "Estaba siempre teniendo que hacer copias perfectas de los maestros. Es algo que se ha quedado conmigo.
[MI PADRE] ME DECÍA:
"TE MORIRÁS DE HAMBRE, SERÁS UN FRACASO, UN VAGABUNDO"

En su estudio copiaba obras de grandes maestros, como Vermeer, Fra Angelico y Baldovinetti. Venegas también enseñó a Matta." Durante el primer mes el padre de Bravo no sabía nada de estas clases. "Después mi padre se enteró de esto y me dejó continuar de mala gana. Pero a menudo me decía 'Te morirás de hambre, serás un fracaso, un vagabundo'."

Bravo recuerda que a menudo, en las tardes, muchos de los amigos de su profesor entraban en el estudio de calle Alonso Ovalle, a beber pisco sour y quedaban "sólo un poco mareados." Ellos le pedían al joven estudiante que les hiciera cuadros, reproducciones de dibujos de Leonardo, fragmentos del cielo de la Sixtina u obras de artistas como Baldovinetti. Sin embargo no había clase de dibujo al natural. "Venegas se regía mucho por la religión y no admitía desnudos en sus clases. Por el contrario, a menudo él mismo pintaba desnudos. Posé para varios de ellos. Nunca me incomodó posar desnudo; era muy natural. Un día recuerdo haber visto una foto de Ronald Reagan desnudo en una clase de arte cuando era joven. Eso me hizo admirarlo".

Si el padre de Bravo estaba en contra de los estudios artísticos de su hijo (aunque una vez pidió a Claudio que pintara una puesta de sol con cuatro vacas grandes en primer plano), su madre, Laura Camus Gómez, respaldó sus intereses. Había sido artista aficionada en su juventud. "Pintaba flores hermosas, delicadas." dice Bravo. "Ella vivió para verme ser exitoso y estaba muy feliz. Mi padre se murió cuando yo tenía 15 años."

Bravo se quedó en el estudio de Venegas durante tres años. Fue la única instrucción formal que recibió. "En realidad fui forzado a que partiera. Un día un amigo (quien es ahora un pintor de retratos en Roma) y yo teníamos un duelo en broma en el estudio. Tomamos unas espadas que estaban colgadas sobre la pared y empezamos a pelear. Dañamos una de las pinturas de Venegas y nos expulsó. Yo estaba muy apenado y no regresé. Luego, después de dos años, mi padre murió. Venegas me envió una carta de pésame que era, en efecto, una carta en la que me pedía que le regresara. Lo hice, aunque no tomé clases con él ni con nadie más. Sin embargo aprendí muchísimo de él." Tiempo después, el artista y su profesor tuvieron una reconciliación que se transformó en amistad luego de que Bravo había logrado un temprano éxito en Chile.

Lecciones de pintura junto al maestro Miguel Venegas (a la derecha)
LA HERENCIA LATINOAMERICANA
Bravo tenía poca oportunidad de estudiar obras del arte que no fueran las que estaban en el estudio de su profesor. Él se familiarizó, sin embargo, con el trabajo de una gran variedad de artistas europeos a través de libros y periódicos. Muchos años después, cuando fue a Europa, había, dice, pocas nuevas sorpresas en los museos y galerías, ya que había visto muchas ("Tenía, sin embargo, una vaga idea de la escala de las pinturas y esculturas que había visto en las reproducciones."). Bravo declara haber recibido poco o nada de inspiración del arte de otros pintores latinoamericanos de la generación suya o previas. A diferencia del caso de muchos artistas hispánicos de hoy, no hay ninguna insinuación en el color o en el tema de la identidad latinoamericana en Bravo. Tampoco hay ningún vestigio de elementos indígenas en su pintura. "Soy solamente sudamericano debido a mi pasaporte.

Mi arte no tiene nada que ver con mi herencia. Estoy muy conectado con el pasado europeo, el arte antiguo y el renacentista. Incluso cuando hago una pintura de una escena contemporánea, como en mis pinturas de Nueva York, sus raíces están en el arte italiano del siglo XV.“ El trabajo de Bravo ha influenciado en varios pintores jóvenes, muchos de ellos de América Latina. Sin embargo jamás ha tenido una relación alumno-maestro formal con alguien. "A veces invitaré a un joven artista a mi casa en Tánger y los observaré pintar y criticaré su trabajo." Lo más cerca que llegó alguna vez a la enseñanza formal fue cuando se desempeñó como ayudante para un catedrático del dibujo arquitectónico en la Universidad Católica, en Santiago a mediados de la década del 50.

[A continuación Parte II: Nace el artista]