PARTE II
NACE EL ARTISTA
 
Primeras exposiciones y el acercamiento al circuito del arte en Chile.
B ravo tuvo su primera exposición en 1954 en el Salón 13 de Santiago cuando tenía 18 años. Expuso algunas pinturas al óleo y varios dibujos a sanguina.
La exhibición fue un éxito. Todos las obras fueron vendidas "pero los compradores", dice Bravo, "eran amigos de mi familia." Por esa época fue también introducido (principalmente a través de reproducciones en periódicos) a la obra de Salvador Dalí que, al mismo tiempo que Picasso, se volvió particularmente influyente para los jóvenes pintores chilenos. Bravo empezó a hacer algunas pinturas inspiradas por los surrealistas, aunque él nunca adaptó el tema o el estilo detallista de Dalí. El surrealismo ha marcado, no obstante, un importante aspecto del trabajo de Bravo.
Paisaje, 1953. Pintura del período surrealista de Bravo.
BUSCANDO NUEVOS DESTINOS:
EL VIAJE A CONCEPCIÓN
La segunda exposición de Bravo también tuvo lugar en el Salón 13, después de su graduación de la escuela secundaria. De la misma manera que la primera recibió gran cantidad de críticas positivas y muchos comentaban principalmente su habilidad en el dibujo. Esto también ha sido la tónica de muchas exhibiciones posteriores, por el contrario Bravo señala que se ha interesado en sólo un puñado de críticos.

"Los críticos nunca me han afectado mucho. Una vez John Canaday llamó a mi trabajo ‘barato y vulgar.’ Siempre he pensado que el miedo que los artistas tienen hacia críticos es como el miedo que todos tenemos hacia las arañas. No significa mucho, porque si somos atacados por una todo lo que tenemos que hacer es aplastarla. No obstante, la noción de la crítica me pone nervioso. En general, cuando finalmente veo la reseña no me importa. Puedo contradecirlo si es mala, o aprender de ella. Si es buena, es usualmente demasiado halagadora y no afecta en un sentido u otro. Las buenas evaluaciones son generalmente demasiado aburridas. Las malas son más interesantes. La única evaluación que alguna vez he rescatado fue una hecha por un mordaz crítico mejicano cuyos insultos eran en realidad artísticos.

Después de su segunda exposición, en 1955, Bravo continuó su trabajo en Santiago donde estaba sumamente atareado en otras actividades artísticas. Escribía poesía, bailó con la Compañía de Ballet de Chile de manera profesional por una temporada y trabajó para el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica. Se dio cuenta, sin embargo, que estas actividades le estaban dejando poco o nada de tiempo para su pintura. Buscando un ambiente diferente para trabajar, dejó la capital y se fue a Concepción, una ciudad de la costa del Pacífico, a varios cientos de kilómetros al sur de Santiago. Allí conoció al poeta Luis Oyarzún, (también catedrático de Filosofía del arte en dos universidades en Chile) quien tuvo un gran impacto sobre el desarrollo posterior de su vida intelectual e intereses.

Retrato de Gabriela Schiavi, 1959 [Detalle]. Uno de los múltiples dibujos que le dieron fama como retratista.
Oyarzún, que era mucho mayor que Bravo, había reunido un grupo de discípulos alrededor de sí. Bravo lo describe como algo entre un bohemio y un gurú. "Había un grupo de cinco de nosotros. Éramos como sus estudiantes poetas. Nos llevaba al campo, enseñándonos los nombres de plantas, hablándonos sobre las rocas, aves, animales... Todas las facetas de la vida natural. Era también un filósofo del arte. Con él viajamos por Chile a todas partes. No teníamos dinero y nos movilizábamos haciendo dedo."
"APRENDÍ CIERTA FÓRMULA PARA REALIZAR RETRATOS QUE PERMITIÓ QUE LOS HICIERA RÁPIDAMENTE"
Una de las pinturas inspiradas en el artista italiano Giuseppe Arcimboldo. Las Cuatro Estaciones, 1964.
EL MOMENTO DE EMIGRAR DE CHILE
En Concepción, donde vivió durante cuatro años, empezó a hacer sus primeros retratos. El arte del retrato se convirtió en su principal ocupación durante años en Sudamérica y después, en Europa. "Aprendí cierta fórmula para realizar retratos que permitió que los hiciera muy rápidamente. Pintaba dos o tres por semana, con una facilidad que he perdido hace mucho. Los hacía en pastel, óleo y otras técnicas. Pero empecé a aburrirme mucho. Y con tantas personas diciéndome que tenía que dejar Chile, ampliar mis horizontes y ver nuevas cosas." Estos retratos también proporcionaron a Bravo su primera introducción en la alta sociedad chilena y su temprana estabilidad económica. En los primeros retratos, como también en los que haría más tarde en España, Bravo rara vez reflejó las poses tradicionales de pie o sentada en sus modelos. Le gustaba poner a sus retratados en actividades menos convencionales. A veces los pintaba al aire libre, en una playa o en un parque público jugando con sus niños. Con estas comisiones de retratos vino la capacidad de poder concretar ambiciones personales, como comprar un avión pequeño y viajar a lo largo de todo Chile con sus amigos en él. "Llevaba una vida realmente frívola en ese entonces", dice Bravo.
[A continuación Parte III: Madrid: En las puertas de Europa]