PARTE III
MADRID: EN LAS PUERTAS DE EUROPA
 
La llegada al Viejo Continente y el inicio de la internacionalización de su carrera.
C laudio Bravo todavía se sentía insatisfecho y empezó a escuchar a sus clientes en Concepción y todos le instaban a que fuera a Europa.
Finalmente se convenció de que un cambio radical era necesario y estaba determinado de hacer de París su nueva casa. En 1961 dejó Chile (ha regresado solamente muy pocas veces desde entonces) rumbo a Europa por barco, viajando en el Américo Vespucio. La travesía fue una experiencia tortuosa. El barco se encontró con violentas tormentas y prácticamente todos a bordo se marearon, incluyendo a Bravo. Estaba indudablemente aliviado cuando por primera vez fue divisada tierra firme en el Estrecho de Gibraltar. Tánger, que más tarde sería la residencia del artista, fue la primera vista de tierra que los afligidos pasajeros tuvieron. Debido a la difícil travesía, Bravo se decidió a desembarcar en el primer puerto posible, Barcelona.
Claudio Bravo junto a "Paquete Marfil", durante una de sus exhibiciones.
UN ARTISTA LATINOAMERICANO EN LA SOCIEDAD MADRILEÑA
El ambiente en general tanto como el idioma de España fue naturalmente hospitalario para un pintor sudamericano joven y Bravo decidió no continuar su viaje a Francia. "Pronto fui a Madrid, donde me sentía totalmente como en casa. Había traído un poco de dinero conmigo desde Chile. Había vendido mi avión y me las valía por mí mismo. Primero alquilé un departamento pequeño en un distrito relativamente acomodado de Madrid llamado el Barrio de Salamanca. Ahora poseo un departamento ahí – parece como si a menudo volviera a lugares en donde he estado en el pasado.

De todos modos, sentí eso en mi nuevo departamento en calle Conde de Aranda. Podía trabajar e invitar a las personas a que lo visiten. Todo ocurrió muy rápido. Al final de ese primer año, estaba haciendo los retratos de miembros de la alta sociedad de Madrid. Esto fue en 1961. Tenía 24 años. Todos me trataron bien. Los españoles son muy afectuosos con las personas jóvenes - especialmente si son educados y bien parecidos, como yo era." Pronto fue a Madrid en donde tuvo un éxito casi inmediato como retratista, del que continuaría disfrutando durante los próximos diez años. Pintó un número de importantes figuras políticas, literarias y sociales con las mismas poses no tradicionales y triviales que había hecho con sus modelos en Chile. Al mismo tiempo mantuvo contacto cercano con muchos pintores jóvenes españoles, a menudo reuniéndose con ellos en el café Gijón, por esos tiempos uno de los principales cafés literarios y artísticos de la ciudad, en el Paseo de Recoletos. Las horas en las que no pasaba el tiempo allí o haciendo retratos eran ocupadas en visitas al Prado. De todos los artistas a quienes vio y copió allí, el trabajo de Velázquez fue lo que más lo impresionó (especialmente los retratos) por el color sutil y el palpable sentido del espacio.
"HAY MUCHA DE LA INFLUENCIA ESPAÑOLA/ITALIANA EN MI PINTURA"
Bravo ve en el trabajo una continuación de la tradición italiana con la que se siente tan íntimamente ligado. "Hay mucha de la influencia española/italiana en mi trabajo. La pintura española está muy relacionada con la italiana. La luz de Bravo es del sur, Mediterránea. Fue capaz de encontrarla en España. Durante la década del 60 continuó como un próspero retratista de la sociedad en Madrid. "Debo haber hecho más de 300 de ellos. Me los encargaban tan a menudo y no podía decir que no." La galería Fortuny organizó la primera exposición de sus obras en 1963, seguida de otras dos, en 1965 en una galería de Edurne y en 1967 otra vez en la galería Fortuny.

NUEVA YORK: LA ENTRADA AL MERCADO NORTEAMERICANO
En la década del 60 Bravo exploró las posibilidades de los bodegones con paquetes y papeles arrugados. En la imagen, Fantasmas del supermercado, de 1965, una de las obras más célebres del artista.
Hacia el final de la década empezó a experimentar con otros temas, creando series de bodegones monumentales de ropa colgada, cascos de motocicleta y otros objetos semejantes. Bravo también comenzó a pintar su afamada serie de paquetes de papel arrugado. Fue con esto que fue introducido a una clientela internacional más amplia incluyendo dos coleccionistas de los Estados Unidos, Frank Purnell y Melvin Blake, quienes con entusiasmo compraron varias de estas pinturas y se devolvieron a Nueva York. Bravo ya había pasado un tiempo en Nueva York en los 1960's haciendo dibujos y bodegones.

La idea inicial que motivó esta temática fueron las pinturas con grandes extensiones de color de Mark Rothko y en parte ciertas obras de Antoni Tàpies, y estímulos más comunes: "Tres de mis hermanas había venido desde Chile a quedarse conmigo. Un día una de ellas volvió al departamento con varios paquetes y los puso sobre una mesa. Estaba fascinado por sus formas y los pinté. Empecé a pintar paquetes envueltos de muchas maneras diferentes, investigando las posibilidades abstractas de las formas mientras todavía creaba objetos identificables."
1968: UNA VISITA A FILIPINAS
En 1968 Bravo recibió una invitación interesante. Para la inauguración del hotel Sheraton en Manila, un grupo grande de celebridades internacionales había sido invitado a las Filipinas. Entre las visitas estaba Bravo. Perplejo por su inclusión en compañía de figuras políticas y sociales, después se enteró de que había sido invitado por orden de la Primera Dama, Imelda Marcos, quien quería que Bravo le hiciera un retrato. Bravo accedió y pronto se encontró ocupado haciendo lo mismo para otros miembros de los altos círculos sociables de Manila y de otras partes del país.

Una de las cosas más interesantes para Bravo sobre su estancia en el Oriente era el color del paisaje y de la ropa de las personas en estas islas. Se quedó por seis meses trabajando y viajando exhaustivamente. Tuvo una gran exposición en la Luz Gallery en Manila en la que presentó más de cincuenta obras. En la noche de la apertura "tuve una fenomenal fiesta en el palacio presidencial. Había cientos de personas y cincuenta soldados con trompetas para dar la bienvenida a los invitados."

AL ENCUENTRO DE LO ABSOLUTO
Cuando Bravo regresó a Madrid tenía 28 años. Era un éxito entre el público español y había tenido su primera exposición en Nueva York en la galería Staempfli en Madison Avenue, desde el 10 de Noviembre al 5 de Diciembre de 1970. Había veinte de las pinturas de paquetes envueltos más una obra del artista, desnudo, que salía de un paquete, y fue su primer éxito con las pinturas de este motivo desde sus retratos. Que esta serie fuera creada en parte en los Estados Unidos y mostrada primero en Nueva York fue más conveniente que lo que Bravo podría haber imaginado. Bravo también expuso en la misma galería en 1972, 1974 y 1978. También multiplicó sus participaciones en exposiciones colectivas: Documenta 5, en Kassel, el 2 de Febrero de 1972, como en otras exposiciones temáticas que respondieron al creciente interés del público por este nuevo realismo.

Durante el siguiente año empezó a hacer los serios planes de dejar Madrid y buscar la soledad que necesitaba para una pintura más dedicada. Estuvo un breve período en Marbella, al sur de España, pero se dio cuenta que las demandas de la vida social allí eran, acaso, más extenuantes que en el mismo Madrid. Decidió, en 1972, dejar definitivamente su carrera en España por una nueva vida en Marruecos. En ese año se mudó a Tánger.
[A continuación Parte IV: Marruecos: Misticismo de Oriente]