Claudio Bravo:
Los secretos de mi pintura
 
 
 
Revista El Sábado, 9 de Diciembre de 2006
 
 
Desde su refugio en Marruecos, el pintor Claudio Bravo revela a "El Sábado" las claves de su arte y reclama por el trato que le han dado en Chile.
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"No conozco la falsa humildad"

"Lo primero que hago es el dibujo; después, el boceto con mucha pasta, donde queda casi terminado. Luego lo repinto, otra vez con pasta, y después lo voy retocando durante meses. Nunca estoy contento. Sólo al final, cuando estoy contento, lo firmo, pero soy muy obsesivo. Como hay mucha gente detrás de mi pintura, no me puedo permitir una cosa mal hecha. Soy consciente de que la gente busca la calidad, trato de dar el máximo y eso, evidentemente, te hace ser obsesivo. No termino los cuadros hasta dos meses después; el comienzo es bastante rápido: ahora tengo cuatro al lado mío que están en proceso. Cuando los repinto y la pintura está fresca, los dejo que se sequen un poco y paso a otro. Y los abandono y sigo con otro y luego con otro hasta que al final, al cabo de dos meses, los cuatro van apareciendo. Los sigo retocando después. A veces, en las exposiciones, hay cosas que no me gustan y los retoco, con una paleta y un pincel.

"¿Soberbia? Sí, tal vez. Yo no soy muy humilde. La falsa humildad no la conozco. A mí me han dado condiciones, con los años las he perfeccionado y quiero seguir perfeccionándolas hasta el día de mi muerte. Yo no sé si sea soberbia o no, simplemente es un sentido de la calidad que con los años se agudiza. Uno se pone más perfeccionista y no me puedo permitir un defecto. Lo hago por mi público, por la gente que me sigue, lo hago por la historia del arte. ¿Será soberbia?"

"Me tratan mal en chile"

"La Mistral decía que los que peor la trataban eran los chilenos. Y estoy leyendo un libro de Pablo Neruda, pobre, las que pasó. Qué ingratos son los chilenos con los artistas de Chile. A mí me tratan mal, pero no importa, lo encuentro un cumplido. En Francia, los presidentes dominan el tinglado pero luego de cinco años se marchan. De los presidentes nadie se acuerda. Los políticos desaparecen y los pintores siguen eternos. La mujer de Allende me pidió un retrato de Salvador, pero la situación estaba tan mala en Chile que no me quise meter en política. No es lo nuestro, lo nuestro es la estética. Casi nadie se acuerda de Felipe IV, fue un rey tonto, pero tuvo la suerte de tener un Velázquez, que lo pintó varias veces. Los artistas somos eternos. Nos siguen considerando lo más representativo de un país".

"No hay modelo perfecto"

"A algunos les muestro mis cuadros en proceso, y eso se da de una manera muy natural. Por ejemplo, ayer estuvieron cenando en casa los representantes de una importante galería parisina. Ellos opinan delante de mis cuadros y son gente fenomenal. El otro día vino el ministro de Cultura de Francia, que estuvo horas mirando mis cuadros y diciéndome cosas. Vienen pintores y yo les escucho. Mañana cenaré con Hubert de Givenchy, es el hombre con el mejor gusto de Francia y quiero ver cómo reacciona. Me acaba de comprar dos cuadros.

"A veces pinto cosas locales. Una vez la galería me pidió una exposición sobre telas, hice una exposición de 37 cuadros de telas, casi todas telas del sur de Chile, de los linos de La Unión. Ahora me han pedido una exposición de papeles. Me encanta que me pidan esas cosas, porque es un desafío; uno tiene sólo un tema y tienes que armar todo un mundo. Es bonito hacer una exposición grande donde ningún cuadro repita la misma idea. He hecho varias exposiciones de un solo tema: naturalezas muertas, telas, y ahora estoy haciendo una de papeles. Voy por la mitad.

"Al mismo tiempo, para no aburrirme porque pintar papeles es una tortura, estoy haciendo dibujos de animales. Será una exposición de 25 dibujos de animales de gran tamaño y, al mismo tiempo, los estoy pasando a litografía para hacer una carpeta. Dibujo los animales de la finca, la vaca, el ternero, el cordero, las tortugas, las aves. Eso me relaja.

"Quiero hacer algunos retratos ideales, de gente no conocida. Simplemente una chica muy bella, un chico de muy buena presencia. Aunque el modelo sea un desconocido, quiero que el retrato sea de una calidad bárbara. Cuando termine estos papeles volveré a la figura humana, porque yo era muy bueno y la tengo abandonada. Es una jodienda el modelo, se cansa. En algunas ocasiones, con varios modelos hago una sola figura. El Cristo que pinté y que tiene el rey de España es el resultado de cuatro modelos. Para la cara uno, para el cuerpo otro, para las manos otro y para los pies, otro. No hay modelo perfecto. Varias veces utilizo varias personas para una sola figura. Cuando son figuras ideales como un Cristo, porque un Cristo es una cosa ideal, es casi un invento, te puedes permitir varios modelos".

"Hago lo que al cuadro le conviene"

"Me entiendo muy bien con los ocres, los rojos y los blancos. Si te fijas en mis cuadros, casi no hay color que se repita, son todos matices de colores superfinos. Eso es lo más difícil porque continuamente tengo que estar retocando para dar con el matiz preciso. Hay una química en los colores: al secarse, cambian un poco. A la segunda pintura quedan más seguros. A la tercera o cuarta ya no se mueven. Ahí está, preciso. Entonces, has vencido a la química.

"Ahora he cambiado muchísimo de color. Si hay un pintor que me interesa muchísimo es Matisse. Van Gogh decía que el pintor del futuro no se iba a expresar a través del dibujo y de la forma, sino que a través del color. En Francia, los impresionistas se metieron con el color a tope. Me fascinan. Antes yo era muy neutro, pero ahora me encanta meter todos los colores de la paleta en un cuadro. Solos se acomodan. Da una vibración más alegre, más vital.

"Cuando me voy a un museo, sufro al ver que todos los cuadros son negros, marrones, casi sin color. Dicen que es porque están sucios, los limpian y siguen igual. Las Meninas lo limpiaron, pero sigue igual, no hay ningún color agresivo.

"Yo invento mucho, porque en la mañana tengo un tipo de luz, en la tarde tengo otro, pero al final hago lo que al cuadro le conviene, que no es exactamente la realidad que está ahí. Casi sin mirar el modelo, vas agregando cosas para que haya una armonía general. Yo no pinto la realidad tal como es, a pesar de que me critican de fotográfico. Cambio la forma: si no me conviene, acorto la figura, alargo cosas. Últimamente, me obsesionan esas armonías impecables de color. Como siempre invento mucho, si alguien saca una foto del cuadro y del modelo ambos no tienen nada que ver. En mi pintura paso por Rembrant en los marrones, paso por Velázquez. Yo pinto la pintura. A mí me gustaría que por un cuadro mío pasara la historia del arte".

"Mi pintura es completamente contemporánea"

"Me inspiro muchísimo en los que eran mis competidores cuando yo hacía retratos. En España me miraban muy mal porque era retratista. Me encantaban los abstractos, pero como tengo una técnica muy realista nunca se me había ocurrido mezclar el abstracto con el realismo. Cuando lo intenté, comenzaron a salir cosas muy interesantes, una simbiosis entre el abstracto y la pintura realista. Así es mi pintura.

"Como tengo todos los ojos fijándose en mí, no puedo permitirme una pintura del pasado. Tengo que hacer una pintura realista completamente contemporánea, ése es el desafío. Creo que lo logro plenamente. Casi todos los que se interesan en estos cuadros son museos y coleccionistas ultramodernos. De alguna manera entro en la vanguardia a mis setenta años".