PARTE IV
MARRUECOS:
MISTICISMO DE ORIENTE
 
"Desde mis ventanas puedes ver dos continentes
y dos mares"
Claudio Bravo sobre su estudio en Tánger.
C uando Bravo se mudó a Tánger en 1972, retornó al lugar que hace más de una década fue su primera vista de las tierras al otro lado del Océano Atlántico.
Bravo señala que quizás Tánger siempre ha tenido algo de simbólico para él - de libertad, de originalidad - "aunque no soy muy dado a interpretar símbolos en las experiencias de vida, porque a menudo los entendemos equívocamente. Lo escogí principalmente debido al clima y la luz. Tánger tiene un ambiente maravilloso durante todo el año. Lugares como Fez o Marrakesh son demasiado calurosos en verano y muy fríos en invierno. Tánger tiene una luz mediterránea absoluta. Siempre he tratado de capturar una luz de mediterránea en mi trabajo. Tánger la posee, Nueva York, por ejemplo, no. Veo que las obras que pinto en Nueva York (hechas cuando visité esa ciudad en los años 60s y 70s o realizadas en mi departamento que compré allí hace varios años) tienen una tonalidad gris en general. En las Filipinas, donde viví por aproximadamente seis meses en 1968, mis pinturas también parecen grises. Esto era porque la luz era muy fuerte allí. Acababa con el color. Me siento más a gusto con el color del Mediterráneo. En mis pinturas de Nueva York tengo que exagerar los colores para compensar la atmósfera cenicienta de allí. Todavía pinto en todos los lugares de Marruecos. El paisaje en Marruecos tiene algo de bíblico."
Claudio Bravo y uno de sus cuadros en el palacete de Tánger. Imagen: Massimo Listri, Corbis Images.
LA INSPIRACIÓN DE LA CULTURA MARROQUÍ
En sus pinturas de Tánger, Bravo trata de evocar el color y el misterio de este pueblo africano. Los modelos que posan para él son trabajadores de la casa, los amigos de estos, el hombre que repara el teléfono. Pero solamente puede conseguir modelos hombres en Marruecos. "Las mujeres Islámicas no posarán para mí. Ésa es una de las razones por las que recientemente compré departamentos en Madrid y Nueva York, para ampliar el rango de personas que pinto." Bravo encontró su casa poco después de llegar a Tánger.

Está en un distrito modesto de la ciudad, alejada del centro, prácticamente escondida en un laberinto de calles tortuosas. Es una casa grande, construida en el siglo XVIII, la que Bravo restauró a su apariencia original. Consta de cuatro niveles. En el más bajo está una piscina angosta, una fuente y una dependencia. Las habitaciones principales están en el segundo nivel y el gran estudio de Bravo está en el tercero. Cuando Bravo pinta, generalmente la música está sonando en su estudio. A menudo es ópera, generalmente Verdi, a veces Mozart. La dramática sensibilidad de la ópera ha sido importante para Bravo que, siendo joven, siempre pasó mucho tiempo trabajando en el teatro. Al final del estudio se encuentra un balcón del cual se tiene una amplia vista del Océano Atlántico y del Mar Mediterráneo, como también de la costa española, el Peñón de Gibraltar y las partes circundantes de la costa africana. ("Desde mis ventanas puedes ver dos continentes y dos mares.") Los muros de la casa son gruesos. A cada habitación se llega cruzando a través de un corredor abovedado o por puertas de madera tallada. La casa está construida en una colina sobre la que hay algunas edificaciones pequeñas y un cementerio que aparece a menudo en las vistas desde la ventana del estudio de Bravo. El cementerio es muy antiguo. Al caer la tarde los hombres vienen, se sientan al lado de las tumbas, leyendo o hablando, y los niños juegan entre ellos.
LA CONSAGRACIÓN A NIVEL INTERNACIONAL
La última exposición en vida del artista. Claudio Bravo junto a la Emperatriz de Irán y el director de Marlborough Gallery, Pierre Levai. Imagen: Archivo Marlborough Gallery.
En 1981, la galería Marlborough organizó la primera exposición de sus obras: veintitrés pinturas y dibujos de Claudio Bravo, entre otros El Adivino (1981), cuyo tema, trajes y accesorios conforman una composición admirable, muy representativa del país adoptivo del pintor. También se exhibió Vanitas (1981, Museum of Dies Arts, Boston). Durante los siguientes veinte años, Claudio Bravo expuso una docena de veces en las galerías Marlborough de Nueva York, Londres, Madrid y Mónaco, como también en FLAC de París en 1992.

En 1987, Elvehjem Museum of Art de la Universidad de Wisconsin, en Madison, organizó una exposición itinerante titulada Claudio Bravo: Painter and Draftsman. Fue presentada en primer lugar en Elvehjem, para trasladarse más tarde al museo Meadows de la Southern Methodist University de Dallas (Texas), como también al Duke University Museum of Art de Durham (North Carolina), en 1988. Esta exposición, organizada bajo supervisión de Edward J. Sullivan, tenía algunas importantes piezas provenientes de exposiciones privadas y de instituciones como la fundación Juan March de Madrid, el Museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, el MOMA de Nueva York o el Museum of Art de la University of Princeton. También, obras de Claudio Bravo fueron expuestas en muchos otros museos: Art Museum of Ateneum de Helsinki, Baltimore Museum of Art, Peter Ludwig Museum de Colony, Metropolitan Museum of Art de Nueva York, Museo Internacional de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo de México, Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago y el Philadelphia Museum of Art.
LA BREVE VUELTA A CHILE
PARA UNA MUESTRA MEMORABLE
En 1991, con el comienzo de la Guerra del Golfo, y a petición de su familia, Claudio Bravo adquirió un fundo en el sur de Chile, en el Lago Llanquihue. Allí residió en algunas ocasiones antes de ponerlo en venta hacia el año 2001. En 1994 el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago organizó una gran exposición sobre su obra, y este evento tuvo un importante éxito entre el público. Claudio Bravo era, sin duda, muy admirado en su país de origen. Sin embargo, para muchos chilenos esta exposición era la primera oportunidad de presenciar en vivo las obras del artista, ya que solamente habían sido vistas en reproducciones. Dos años después, en 1996, el centro de trabajo social Casita María, de Nueva York, otorgó su prestigiosa medalla de oro al artista. El mismo año Lerner & Lerner Editores de Madrid, publicaron una monografía en color de sus trabajos, con textos de reconocidos escritores como Paul Bowles y Mario Vargas. En 2000, Claudio Bravo obtuvo el Art Miami International Distinguished Artist Award.

El pintor fijó su residencia de invierno en Marrakech en 2000 y desde entonces ha compartido su tiempo entre esta ciudad del sur de Marruecos y su residencia de Tánger. Su última exposición tuvo lugar en la galería Marlborough de Nueva York, en Octubre 2010.

Claudio Bravo falleció repentinamente, debido a dos ataques al corazón, en la tarde del 4 de Junio de 2011, a los 74 años,
mientras se encontraba en su residencia de Taroudant, Marruecos, plenamente vigente y con una
consolidada trayectoria internacional de más de 50 años.